Día de la Bandera y Promesa de Lealtad

Por Silvia Diharse (maestra de 4° grado)

“Juremos vencer a los enemigos interiores y exteriores, y la América del Sur será el templo de la Independencia y de la Libertad.”  De esta manera Belgrano ordenó a sus oficiales y soldados jurarle fidelidad a nuestra enseña patria. Se había izado por primera vez una bandera propia, frente a las costas del río Paraná, con los colores celeste y blanco, hace ya 210 años…

Estamos aquí reunidos para honrar a un hombre que merece ser reconocido no solo por ser el creador de nuestro máximo símbolo patrio sino también por su entrega abnegada en función de un objetivo que parecía tan difícil de alcanzar en su época: ver la patria libre. Porque hablar de Manuel Belgrano nos obliga a pensarlo principalmente como un hombre de ideas, un adelantado, un auténtico pionero en todos los campos.

“Se apoderaron de mí las ideas de libertad, igualdad, seguridad, propiedad, y sólo veía tiranos en los que se oponían a que el hombre, fuese donde fuese, no disfrutase de los derechos que Dios y la naturaleza le habían concedido”. Valiente hasta el heroísmo - desde su cargo de Secretario del Consulado- se propuso difundir sus ideas por toda América: fomentó la educación gratuita y obligatoria, promovió el desarrollo de la agricultura y las nuevas industrias.

Apoyó la creación de los primeros periódicos que circularon en Buenos Aires y fue, a través de éstos, que contagió a la gente sus deseos de libertad. Defendió además los derechos de los integrantes de los pueblos originarios y de la
naturaleza. Un verdadero adelantado para esa época. Manuel José Joaquín del Corazón de Jesús Belgrano fue un hombre tan humano como cualquiera, pero que sin embargo no dejó de luchar y de soñar por su patria, hasta darlo todo por ella. Porque podría haberse encerrado en el conformismo de su época y limitarse a vivir de acuerdo a la estructura entonces imperante. Pero eligió otro camino: el de ser un hombre original, innovador, un benefactor de la sociedad, un auténtico pionero en todos los campos.

Y como estaba tan convencido de sus ideas y de sus deseos, se rebeló a su destino intelectual y se puso el traje militar sin estar preparado para ello. Se sumó a las fuerzas armadas que se organizaron para reconquistar Buenos Aires durante las Invasiones Inglesas. Y sin más experiencia que ésa se puso al frente del ejército que luchó en la campaña al Paraguay. Más tarde se hizo cargo de las tropas que intentaban frenar los ataques realistas en las costas del Río Paraná y en sus barrancas instaló las baterías Independencia y Libertad. Fue para entonces que solicitó el permiso del Triunvirato para que sus soldados llevaran un distintivo que los diferencie de los realistas. Se aprobó entonces el uso de la escarapela nacional de las Provincias Unidas del Río de la Plata. Y como le molestaba mucho que los ejércitos patriotas usaran las mismas banderas que los ejércitos realistas, el 27 de febrero de 1812 hizo formar a sus tropas frente a una bandera con los colores de la escarapela, a la cual los soldados juraron fidelidad.

Manuel Belgrano fue ejemplo de una gran tenacidad y persistencia ante las adversidades. Valiente hasta el heroísmo, cuando todos opinaban que era imposible luchar, él no dudó en hacerlo. Cuando el gobierno mismo lo mandó retroceder hasta Córdoba, se enfrentó a los realistas y los venció. Cuando se le ordenó guardar la bandera por él creada, la hizo flamear ante ejércitos propios y ajenos, desoyendo a un gobierno débil, muy cercano a los poderes de turno y alejado de las necesidades del pueblo. Ese mismo año encabezó el Ejército del Norte y organizó el Éxodo Jujeño. A pesar de una vida dedicada a hacer realidad su sueño de libertad, conoció a María Dolores Helguero y Liendo y tres años después fue padre de Manuela Mónica.

Impulsor de la Independencia, fue parte del Congreso de Tucumán de 1816, donde las Provincias Unidas del Río de la Plata, decidieron constituirse como un estado independiente de cualquier país extranjero. Pero la participación en la política y en la guerra tenía costos elevados. Belgrano, como muchos otros revolucionarios, perdió su fortuna y sacrificó su profesión entregándose por completo a la defensa de la Revolución y al deseo de libertad. Su estado de salud empeoraba y no pudo cumplir la misión que el Directorio le encomendó en 1819: atacar a los federales de la provincia de Santa Fe.

Como era generoso y desinteresado, había decidido donar los cuarenta mil pesos oro que le otorgaron por sus victorias en Salta y Tucumán, para que se construyesen cuatro escuelas en distintas partes del país. Sin embargo, losgobiernos demoraron muchos años en cumplir el deseo de don Manuel. Durante sus últimos años el Estado le debía trece mil pesos por sueldos atrasados y lo condenaron a morir miserablemente a quien había dado todo por la patria.

El 20 de junio de 1820 – en medio de la guerra civil y sin que nadie lo notara, moría Manuel Belgrano. Pero no nos dejó solos porque nos regaló la Bandera. Esa bandera que es nuestra, la que nos orgullece, la que nos identifica como pueblo. Por eso, con cada gesto de generosidad que los argentinos tengamos, con cada acto altruista, con cada acción que defienda los derechos a la educación y al libre pensamiento, con cada sentimiento de pertenencia y de orgullo de sabernos y sentirnos argentinos, Don Manuel estará satisfecho, mostrándonos una sonrisa
tan grande como su corazón.

 

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